En el Instituto de Textilería y Comercio (ITC) ninguno de los alumnos asiste para aprender a coser. Aquí no se enseña alta costura, sino a crear marcas, desarrollar colecciones, negociar precios y gestionar empresas que tratan con clientes extranjeros. “Cuando iniciamos hace seis años queríamos crear las carreras que el sector necesitaba y que no existían”, dice Joaquín Herrera, director del ITC.

En un sector donde existen más de 14 mil empresas textiles y de confecciones peruanas, Herrera dice que la mayoría sufre por encontrar personal calificado. “Es un problema muy serio en este sector, que tiene una amplia cadena de valor en la que se requiere profesionales especializados, pero que se amolden muy bien en diversas áreas”. Las funciones en una fábrica textil son asumidas por ingenieros industriales o por empleados que requieren entrenamiento antes de conocer cómo diferenciar, por ejemplo, un hilo de otro o cuánto demoraría la confección de un tipo de prenda según los insumos que utilizará. El enfoque del ITC apuesta por capacitar personas para insertarse o crear empresas de confecciones que sepan cómo producir y exportar. Para eso se dictan dos carreras: gestión textil y diseño textil.

Joaquín Herrera dice que al inicio se enfrentó a dos problemas: armar el currículo de las carreras (porque no existe una similar en el país) y conseguir a los profesores más idóneos. Todos los alumnos realizan visitas regulares a fábricas y en el sexto ciclo practican en una de ellas. “Este sector da muchas posibilidades, no hay muchos profesionales, y a los que hay las empresas se los pelean. Nuestros alumnos tienen de 4 a 5 alternativas laborales para elegir al final de la carrera y eso es mucho decir en un país donde el empleo escasea”.

Fuente: El Comercio